miércoles, 14 de mayo de 2014

DIVORCIO ENTRE EDUCACIÓN BÁSICA Y UNIVERSITARIA

DIVORCIO ENTRE LA EDUCACIÓN BÁSICA Y LA UNIVERSITARIA.

El tema de la educación siempre ha estado en el centro del debate público, especialmente cuando atravesamos una coyuntura electoral. Esto demuestra que todos somos conscientes de su importancia para lograr el desarrollo cultural del país.

A pesar de este maquillado interés somos testigos de: 3’ 000 000 millones de analfabetos, evidente desarticulación entre los niveles de la educación, baja calidad educativa y cómplices de un  presupuesto ínfimo para el sector.  Así lo demuestran las estadísticas; por ejemplo en Canadá el estado invierte $ 7, 000, los países europeos $ 6, 000 dólares por alumno al año; mientras que en nuestro querido país sólo $ 300. Me pregunto ¿Qué resultados podemos esperar? Con esto no quiero afirmar que la solución pasa por asignar mayor presupuesto. Nuestro sistema educativo también necesita medidas concretas en lo social, en lo pedagógico y en lo político. Para demostrar esta tesis en esta oportunidad abordaré el desencuentro que existe entre la educación básica y la formación superior.

Como docente de alumnos de quito año de secundaria soy testigo de la imperiosa necesidad que tienen los jóvenes por alcanzar una carrera universitaria. Esto por la presión social; ya que la educación es excluyente; por ejemplo, un profesional con doctorado gana un promedio de 5, 600 soles, con una carrera universitaria 1, 600, con educación secundaria 700 soles y con primaria 500 soles. A esta situación se suma la presión familiar que obliga a los jóvenes a tomar decisiones, a veces apresuradas.

En el Perú, cada año, un promedio de 300, 000 jóvenes aspiran acceder a una carrera universitaria para esto el primer muro que deben sobrepasar es el famoso examen de admisión. Este es el primer desencuentro que tenemos con las universidades porque la educación básica tiene como fin primordial formar jóvenes en forma integral; es decir, en el aspecto cognoscitivo, físico y afectivo. Sin embargo, en los distintos exámenes de admisión de las universidades se considera como filtro de selección  la mayor cantidad de información y datos, salvo honrosas excepciones (Católica y UNMSM) Me pregunto ¿Dónde queda el aspecto físico y afectivo?

Ahora hablemos del examen de admisión la mayoría de instituciones superiores enfrentan a los jóvenes a una prueba objetiva, cuyo termómetro será: El que maneje y conozca más datos ingresará. Es así, por ejemplo la UNMSM antes de cambiar su forma de admisión ha testificado estadísticamente que la mayoría de ingresados tenían que pasar por las academias y después de varios intentos recién lograr  tan preciado sueño. Así se puede comprobar que un 33% de los futuros profesionales se habían preparado mínimamente 6 meses en una academia. Entonces se puede constatar  mientras que en el nivel secundario se exige que el alumno opine de manera crítica, redacte con creatividad y solucione problemas cotidianos  la universidad le preguntará ¿Autor de la obra El avaro? Cuando la posible pregunta podría ser: Escribe un libreto de comedia sobre un problema de tu país o comunidad que deseas cambiar.

Entonces es necesario que todas las universidades públicas, por lo menos, deben empezar a replantear su proceso de admisión. La Decana de América; es decir, San Marcos, ya ha dado el primer paso: su proceso consta de dos fases: Un primer momento que consiste en la medición de la aptitud verbal y matemática. Mientras que en la segunda fase se aplica una prueba de desarrollo donde los aspirantes a una facultad deben redactar con coherencia, claridad, precisión y lógica seis preguntas de acuerdo a la carrera que postula. A raíz de esta innovación este año hay un dato que es digno de analizar y meditar; el 26% de los ingresados han postulado por primera vez. Esto quiere decir que la educación básica va adquiriendo sentido y cierta articulación con el nivel superior.

Por otro lado,  opino que se debe ampliar el filtro de selección al aspecto físico, emocional y ético. Además el nivel superior debe seguir formando e insistiendo en estos aspectos porque somos testigos que un Doctor en Medicina, Periodismo, Educación o Derecho no nos asegura un desempeño eficiente, ético y deontológico. Para comprobar esto basta con observar el trabajo de un periodista egresado de la universidad que sataniza con la información, demuestra falta de ética, tergiversa los hechos de acuerdo a intereses; es decir, miente con total descaro.

Entonces, a manera de conclusión, es necesario evaluar y analizar los siguientes aspectos:
Primero: Refundar los exámenes de admisión: Que sean más integrales  y de real medición de las capacidades que debe reunir un futuro profesional o en todo caso eliminarlos para evitar la exclusión. La solución sería implementar un bachillerato de 1 ó 2 años desde las universidades públicas  que permitan a los jóvenes analizar y decidir adecuadamente y no provocar una fuga de talentos o caer en la formación de profesionales mediocres y frustrados.

Segundo: Una carrera universitaria no es el único camino para desenvolverse con eficiencia en la sociedad. La formación técnica es una buena alternativa porque el Perú necesita profesionales que inventen, creen, construyan y transformen nuestros recursos, especialmente los renovables.

Tercero: Se debe implementar un sistema de acreditación y evaluación para medir la calidad de las universidades. De esta manera evitar la proliferación de instituciones universitarias y por ende el incremento de profesionales como si éstos fueran un producto comercial. La universidad debe formar personas y profesionales   de acuerdo a nuestras necesidades sociales y sobretodo, competentes en cualquier contexto del mundo. Esto para evitar el desempleo. Como ejemplo basta una cruel realidad  para tomar esta decisión: En el sector educación hay un promedio de 260, 000 profesores desempleados y las facultades de educación e institutos pedagógicos siguen moldeando docentes.

Cuarto: Es necesario establecer una política educativa de estado y no de un partido político, buscando articular todos los niveles con un plan educativo  de acuerdo a nuestras necesidades y con espíritu visionario.

En suma la educación, pues,  no debe ser tomada más como tema electoral sino como eje prioritario para el desarrollo del país y en esto todos tenemos responsabilidad y una misión por cumplir.


POEL RUFINO HERRERA BENDEZÚ.


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